Te quise como mi Padre,
que siempre estas en mi tierra,
que no escapaste escondido en ningún cielo.
No puedo santificar tu nombre,
porque no quieres honores, ni alabanzas, ni tronos,
mucho menos un reino...
que no venga por eso tu reino
de lo contrario vendrá también la obediencia, la servidumbre
y el dominio de los dioses.
Por lo tal, que no se haga tu voluntad
ni en el cielo ni en la tierra, sino solo en el infierno,
donde no tendré que mendigar el pan de cada día,
donde no tendré que pedirte que me perdones mis ofensas
porque tú que tienes más que yo, sabrás compadecerme.
Por favor tiéntame,
para que pueda conocer mi maldad
y deshacerme de ella.
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