La razón es la puta del diablo y si no me crees es porque crees que tienes razón

Cielo & Infierno

EL INFIERNO Y EL CIELO NO SON LUGARES
Cuando los antiguos hablaban del cielo o del infierno no se referían a lugares bien específicos, porque el suyo era un lenguaje simbólico, figurativo y alegórico, no tenían una mentalidad racional, analítica o abstracta como la nuestra. Los antiguos describían toda la realidad con símbolos, incluso los conceptos y sentimientos se explicaban con imágenes, por lo que se describía la amistad fiel con un hombre que tenía un corazón en la mano por ejemplo, los términos fidelidad o amistad son abstractos y ellos no usaban esta manera de hablar. La tarea actual de teólogos, psicoanalistas, filólogos, lingüistas, filósofos es traducir imágenes antiguas en conceptos modernos, en otras palabras, leer nuestro inconsciente.
Un gran teólogo católico lo admitía, Hans Urs von Balthasar decía que el cielo y el infierno no son lugares sino estados de ánimo, son una imagen para describir el mundo interior con el que percibimos y vivimos nuestra realidad individual, por eso somos nosotros quienes creamos aquí y ahora mismo o nuestro cielo o nuestro infierno, según cómo vivamos. Si sigues pensando que el cielo está detrás de alguna galaxia y el infierno una prisión de fuego bajo la tierra, o que Eva hablaba con una serpiente, permaneces en la infancia prehistórica del pensamiento, no creces en la intuición. Esta forma de entender es conveniente para las religiones que quieren niños intelectuales a los que puedan someter y dominar. Cuando Jesús dijo que deberíamos convertirnos en niños, se refería a ser capaces de leer símbolos, decodificarlos, leer cuentos de hadas y amarlos porque en su interior se esconden los secretos de la humanidad ancestral.

INFIERNO
El infierno es un concepto presente en un gran número de culturas, con el que se acostumbra indicar el lugar de castigo y desesperación que, según muchas religiones, aguarda, tras la muerte, a las almas de los hombres que han optado por hacer el mal. El significado del término es muy claro en todos los idiomas: infierno del latín inferus o inferior, lugares de abajo, el lugar subterráneo, oscuro, también del griego Hades (que significa lugar sin visión), pero más que un lugar es en realidad un estado de ánimo, por eso, a nivel psicoanalítico, es nuestro lado más oscuro, el inconsciente en las garras de lo que llamamos demonios: miedos, fobias, manías, vicios, compensaciones, traumas, neurosis y psicosis. Jesús también descendió a los infiernos, la salvación del alma (de la psique) debe pasar necesariamente por la luz o conciencia que debemos llevar a esta oscuridad. Cuenta una leyenda que en el principio de los tiempos existió la diosa Tiamtu o Tiamat (que significa "abismo", "profundidad"), representada como la serpiente monstruosa, poderosa y maligna, que barre el mar y habita la noche. Tiamtu genera un linaje de criaturas monstruosas. Curiosamente, Tiamtu es vista tanto como la generadora del mal y el caos, como la gran madre, origen de todo y de los propios dioses. Tiamtu es desafiada y derrotada por Belus o Bel-Merodach, el dios del Sol. Como podéis ver, los símbolos y arquetipos son los mismos: luz = conciencia, Oscuridad = ignorancia. El infierno es pues el estado del alma presa de su lado oscuro, gobernado por su demonio que la aprisiona en la materia, la somete a su más baja dimensión de la naturaleza y aquí la desespera hasta el peor hastío.

PRIMERO FUE EL CAOS
En las religiones de origen medio oriente (babilonios, acadios, semitas, griegos y fenicios) el Caos, demonio o príncipe del inframundo, es el único que vive antes del nacimiento de los dioses, incluso la Biblia dice que antes en el principio existía solo el Caos y las tinieblas, mientras que la Luz y el orden vienen después, de hecho los dioses nacen con el propósito de contener el Caos dentro de los límites del orden (cosmos). La naturaleza tiene un principio llamado entropía, todo viaja hacia el desorden y la muerte: deja un jardín sin cuidarlo y la maleza lo devora, deja una casa sin limpiarla y con el tiempo se desmorona... entonces la vida es esa fuerza que lucha crear orden y belleza en medio de la naturaleza, pero es una guerra entre el bien y el mal. Con el pasar de los siglos, se hace cada vez más clara la distinción entre el principio divino positivo, constructivo y misericordioso, y el principio demoníaco, negativo, destructivo y, casi siempre, engañoso. Este enfoque es fundamental en las religiones monoteístas de derivación acadio-semita (judaísmo, cristianismo e islam) que son hoy las más difundidas y profesadas.
A nivel psicoanalítico queda el hecho de que crecemos en el caos, es decir, en nosotros la luz o el conocimiento viene después, el infierno es nuestra inconsciencia, mientras que nuestra divinidad es saber generarnos y no dejarnos tragar por la Nada que espera a cada ser en la creación. Esto es lo que definimos como Cielo: el lugar donde eres capaz de vivir y generarte a ti mismo, auto conocimiento, porque el infierno es la ignorancia. El cielo no es más que un punto de orden en medio del desorden, es la razón en medio del Caos. 

LOS NUEVE CIELOS
El término "cielo" deriva del latín caelum, relacionado respectivamente con el griego κοῖλος (koilos) con el significado de "hueco", y remite a una raíz ku- con el sentido de "ser convexo", comparable a la forma de "bóveda celestial". El hombre antiguo siguió el modelo astronómico de Ptolomeo donde se creía que el cielo estaba hecho de cristal, es decir, de un elemento transparente e incorruptible, al que Platón y Aristóteles llamaron "éter". Observando el movimiento de los planetas, también se pensó que el cielo estaba compuesto por varias capas, es decir, que los diversos planetas estaban colocados sobre sus respectivas esferas móviles, a modo de órbitas, cada uno engastado como una gema en una de ellas. Estas gemas eran los planetas más brillantes, de ahí los primeros 7 cielos: el cielo de la Luna, el cielo de Mercurio, el de Venus, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno. La tierra no era considerada un planeta en ese momento. Existía entonces, fuera de todos ellos, un octavo cielo, llamado las estrellas fijas mientras que el último cielo era finalmente el que contenía las estrellas fijas, o precisamente el primero móvil, que ponía en movimiento a todos los demás cielos. El Empíreo en cambio era la sede de Dios, donde residen los ángeles y las almas acogidas en el Paraíso. Siguiendo esta estructura también Dante hizo 9 círculos o anillos en el infierno, en el purgatorio y en el Cielo. Cada cielo también espera una hueste de ángeles pues esta tradición ha hecho 9 huestes de tronos o diferentes coros angelicales, pero de esto hablaremos más adelante.
A nivel psicoanalítico, el Cielo es un estado de ánimo, no un lugar, por lo tanto es nuestra conciencia iluminada, donde el corazón y la mente están en armonía, donde la verdad brilla, donde encuentras la paz en ti mismo.

OTRAS FACETAS DEL INFIERNO
En la práctica, los muertos eran enterrados y su primer contacto era el subsuelo de donde proviene la palabra hebrea "Sheol" para indicar el reino de los muertos ubicado en el "corazón de la tierra", incluso infierno significa "abajo: inferior" muchas veces combinado con otra palabra hebrea, Abadón (el abismo) mientras que en griego era Hades, siempre con el significado de "lugar de destrucción", "ruina". Hay otra palabra que suele combinarse o traducirse con infierno: La Geena, era el nombre del valle donde, según la narración bíblica, se rendía culto al Moloch, cuyo ídolo estaba hecho de bronce y albergaba un horno de fuego donde se quemaban las víctimas, generalmente jóvenes, bajo la apariencia de sacrificios humanos. En definitiva, es aquì donde nace la imagen de la incineración en el infierno como un crematorio. El infierno pasa así de un simple lugar "subterráneo" a un horno de fuego donde los malvados sufren ardiendo, por la presencia corruptora de una criatura tentadora, inconcebiblemente y gratuitamente mala: imagen que encontramos más tarde en el culto cristiano donde Seol, Abismo, Geena, el inframundo se convierten en sinónimos de infierno.

EL INFIERNO EXISTE PERO ESTÁ VACÍO 
(Hans Urs von Balthasar)
La imposibilidad de pecar con la plenitud de la conciencia es una teoría que destaca entre muchos pensadores, la premisa es lógica: el pecado es por naturaleza un enturbiamiento de la conciencia misma, se peca CASI siempre por ignorancia y la ignorancia deja lugar a esa EXCUSIVA de no saber lo que se estaba haciendo. Aquí el error no es culpable, sino parte intrínseca del aprendizaje, quien se equivoca lo hace sin malicia. Razón por la cual Jesús dijo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen", es decir, los que realmente cometen pecados, no sólo son muy raros sino también seres muy inteligentes e iluminados, pues ese mismo Jesús afirmó que todos los pecados que se cometen pueden ser perdonados excepto UNO: el que se hace contra el Espíritu Santo, es decir, contra la conciencia, pero ¿Quiénes son los que pecan con conciencia, con claridad mental, con toda la razón, en consecuencia, con previsión? son muy pocos (y los que lo hacen ni siquiera quieren el perdón, no les beneficia y es inútil), son verdaderos Espíritus Iluminados y cuando lo hacen no tienen propósitos bajos, como solemos tener los pobres humanos (asesinatos, guerras, violaciones, robos, mentiras... todas mezquindades de bajo trasfondo psíquico); estos espíritus iluminados lo hacen para mantener el equilibrio universal de la misma ley de la naturaleza (cómo actúa el electrón negativo dentro de un átomo: somete al lado positivo -el protón- para obtener un bien mayor: la energía). En pocas palabras, los grandes espíritus tanto para el bien como para el mal están iluminados y todo lo que hacen tiene un plan donde TODO contribuye al progreso del Ser, todo, incluso y sobre todo el mal que hacen, porque saben hacerlo como Dios cuando crea el hombre: es un mal necesario). Lástima, sin embargo, que los espíritus no iluminados que creen serlo, hagan el mal de manera tan mezquina y colectiva convirtiéndolo en el poder con el que se gobierna el mundo y, en consecuencia, sólo lo están destruyendo; Satanás como Dios no harían nunca tal lío.

Prefiero un infierno inteligente a un cielo estúpido.
(Blaise Pascual)
A los occidentales, cuyas huellas mentales viajan en total dualismo, nos cuesta concebir que no existan el mal y el bien absolutos: no se puede construir una ventana (mal), tan grande como el muro que la sostiene o soporta (bien), tanto el muro como la ventana desaparecería. El mal tiene por objeto el bien que destruye pero también el bien tiene por finalidad el mal que evita y domina, viven unos de otros, son fuerzas intrínsecas de la naturaleza (yin-yang). De nada sirve buscar el bien absoluto, se convertiría en el mal (piensen lo malo que hacen los moralistas cuando matan a los pecadores, basta pensar lo que hizo Inquisición española en el nombre de Dios), así como es igualmente inútil buscar el mal absoluto (el mal se convertiría en enemigo de todo, incluso de sí mismo, como un parásito que una vez devorado todo muere de hambre o acaba devorando a otros parásitos). La mente es un universo y puede hacer un cielo dentro del infierno o un infierno dentro del cielo: si estoy en el infierno con quien amo hacemos un paraíso, si estoy en el cielo sin los que amo se convierte en un infierno. 

LA TIERRA ES UN PARAÍSO, EL INFIERNO ES NO DARSE CUENTA
Los límites entre el infierno y el cielo son los mismos que para las dos caras de una moneda, delgados, casi invisibles, en otras palabras no los separa sino que los une. ¿Quién podría haber creado un lugar tan pervertido donde el odio tiene un placer sublime? ¿el buen dios? no, no se le ocurriría una fantasía tan impura para crear un infierno, el hombre en cambio sí y de buena gana. Es bien sabido que no se trata de un lugar preciso sino de un estado de ánimo interior, por lo tanto común a todo ser humano. Momentos en los que deseas el mal absoluto, la muerte, el aniquilamiento contra alguien, contra ti mismo o incluso contra toda la creación, son momentos de oscuridad que pasan en el corazón y la mente de todo mortal común, al menos una vez en su vida y aquí está dentro de nosotros ese aire infernal que pocos tienen el coraje de enfrentar. El miedo al infierno es el infierno a si mismos, y el deseo del cielo es el cielo mismo.

SI NO VAS AL INFIERNO TE PERDERÁS!!!
La religión nos enseña a evitar el infierno a toda costa, a temerlo, a huir de él como un lugar terrible de perdición y maldad. Es bueno notar cómo Jesús mismo dijo en cambio que antes de ir al cielo tenía que pasar por el infierno: porque el camino de la salvación pasa por la puerta de la perdición (ser consciente, por lo tanto aceptada y no sufrida). El infierno no es un lugar sino un estado psíquico y una conciencia interior capaz de captar y aceptar nuestros límites, defectos, imperfecciones y traumas sin desesperación: quien no conoce su propio infierno no conoce la misericordia, sólo quien ha descendido en el inframundo sabe ser comprensivo con los demás, solo aquellos que han pasado por el proprio infierno del alma son capaces de bondad y amor, todo el resto de moralistas y personas respetables solo pueden hacer conjeturas fantásticas sobre el bien, la bondad y el amor que luego en la práctica, como bien percibimos, no se ven, no existen. En el infierno encontraréis a Dios, sólo Él vive allí, porque el fracaso humano es el infierno de Dios (como lo es la perdición de un hijo para un padre), sólo allí sabréis cuál es la verdad humana. Pero el único que puede conducirte con seguridad al infierno es Satanás y esa es la conciencia aceptada de tu maldad sin sentirte condenado o menos digno de amor por la creación divina, y esto se llama perdón, pero entre el entenderlo y el escucharlo está precisamente el infierno que evitamos.

EL HOMBRE ES EL INFIERNO DE DIOS
Si Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, entonces hay que admitir que siendo el hombre perfectible, Dios también es imperfecto (es en acto, trascendente, nunca acabado o pasivo), por lo que la frustración del hombre es el fracaso del plan de Dios, por lo tanto su propio infierno, como es el dolor de una persona que amamos al verla fracasar; este es el infierno más atroz del ser humano: la perdición de un ser amado.

LOS 7 RANGOS DEL PANTEÓN INFERNAL
Existe un libro del año 1566 llamado "De praestigiis daemonum" y es un grimorio de demonología, escrito por Johann Wier, médico holandés. Sigmund Freud citó la obra como uno de los diez libros más relevantes de todos los tiempos. Es un trabajo detallado y estupendo. Junto a Goetia podemos esbozar una visión fabulosa de la jerarquía del Infierno:
Mientras que el cielo se dividía en 9 Tronos, la estructura del infierno se divide en cambio en 7 rangos: Rey, Duque, Príncipe, Marqués, Director, Conde y Caballero.
- El Rey: son 9 Reyes del inframundo, austeros, imponentes, autoritarios, dominan sobre otros espíritus, por lo que no es fácil tener contacto directo con ellos, las legiones actúan en su lugar. Así como en nosotros vemos nuestras tendencias o debilidades, incluso un vicio (como las drogas o el alcohol) pero no vemos la causa, la raíz, el rostro del Rey, su planeta es el Sol. Ellos irradian pero no se dejan ver.
- El Duque: hay 23 duques del infierno, tienen un espíritu sociable, alegre, incluso apasionado y seductor. Con ellos se establecen relaciones y la fuerza de Venus es su punto fuerte porque actúan sobre las emociones.
- El Príncipe: hay 6 Príncipes del Infierno, su tarea son los negocios, las ganancias, los asuntos laborales y su fuerza gira en torno a Júpiter, la gran influencia sobre los demás.
- El Marqués: son 15 Marqueses del Infierno, son los espíritus fluidos, se comunican en los sueños, en la música, en la poesía, en los descubrimientos de la ciencia, su poder de atracción radica en la Luna, la Luna romántica que ilumina el intelecto .
- El Decano: hay 13 Presidentes, directos o decanos del inframundo, son los espíritus más activos y veloces, de ahí que su fuerza sea la luz de Mercurio y tratan de resolver los problemas con agilidad y precisión.
- El Conde: son 5 Condes del Infierno, son las fuerzas del conflicto y del enfrentamiento, ponen el alma frente al contrario sembrando discordia, rencillas, guerras. De hecho su luz es la sombra del planeta Marte siempre lista para la batalla.
- El Caballero: solo hay 1 Caballero en el Infierno, es el único espíritu asociado con Saturno porque es capaz de brindar sabiduría y comprensión de todas las capacidades de los demás demonios para lograr objetivos a largo plazo.

LOS 9 COROS ANGÉLICOS
Según la tradición judía y cristiana posterior, los ángeles están organizados en una jerarquía de diferentes órdenes, llamados coros angélicos en la Edad Media. Una primera mención de las Jerarquías se encuentra en el Antiguo Testamento, donde los ángeles, aunque apareciendo al principio como simples suplentes de Yahvé, sólo más tarde adquieren las connotaciones de distintas entidades; muchas de estas figuras angélicas se encuentran en otras culturas persas, asirio-babilónicas, egipcias, incluso anteriores a la Biblia. La Iglesia Católica trató de limitar el culto a los ángeles solo a los mencionados en la Biblia, dirigiendo la piedad de los fieles sólo al ángel de la guarda, pero fue el mismo San Pablo quien, al polemizar con los gnósticos, utilizó el lenguaje de ellos, y esa siguió siendo la principal fuente del Nuevo Testamento de la que se extraerá la futura angelología cristiana. Hay 3 jerarquías, cada una con 3 tipos diferentes de ángeles y no olvidemos que los demonios también pertenecen a estas jerarquías:
- Primera jerarquía: Serafin, Cherubin, Tronos.
- Segunda jerarquía: Dominaciones, Virtudes, Poderes.
- Tercera jerarquía: Principados, Arcángeles, Ángeles.
Por otro lado, en cambio, en la jerarquía angélica hebrea y la Cábala hay 10 ángeles, cada uno correspondiente a las 10 sefirot del árbol de la Vida:
1. Animales Sagrados, 2. Ruedas, 3. Tronos, 4. Eléctricos, 5. Ardientes, 6. Mensajeros, 7. Dioses, 8. Hijos Divinos, 9. Fuerzas, 10. Personas. Estas 10 categorías se describen luego con 72 nombres de ángeles correspondientes a los 72 nombres de Dios, correspondientes con los 72 nombres de los demonios.

VISIÓN CELESTIAL DEL MUNDO ESOTÉRICO ANTIGUO
Esta visión, como veréis, es una maravillosa alegoría de cómo el alma interior se refleja en la formación de los cielos exteriores. Las escuelas esotéricas más antiguas enseñaban que la tierra, al igual que el espíritu, se sustentaba en torno a 9 anillos, incluso el carácter de las personas gira en torno a 9 eneatipos (Tolkien también le dio a los hombres 9 anillos de Poder y la compañía del Anillo estaba conformado por 9 personas) , mientras que el trasfondo sobre el que se asienta todo es el décimo, la misma divinidad. De esta forma a cada anillo corresponde a las 10 Serifot o fuentes de energía del árbol de la Cábala. Igualmente, a cada anillo se le asigna un coro angelical excepto el de hombres que no son ángeles. Veamos en orden descendente cómo se propagan las energías:
10. Al hombre se le confía el poder sobre la Tierra (Malkuth = reino o mundo).
9. Después que el hombre en la Tierra contempló la Luna (Yesos = los cimientos celestiales) aquí fue la primera luz de los ángeles que resplandeció en las tinieblas de los hombres. Eran guardianes de los hombres por eso velan de día y nos hacen soñar de noche
8. Luego llegan los Arcángeles (Hod = el esplendor) porque llevan mensajes, son voces introspectivas con gran intuición. Mercurio era el mensajero de los dioses.
7. En este campo se da una lucha, porque las voces de la conciencia son diferentes de la voz del mundo, entramos en contraste entre el mundo interno y el externo (Netzach = Victoria), de ahí surgen los Principados. Aquí comenzamos a delinear nuestras prioridades en la vida, lo que es más importante para nosotros y nos dedicamos a lo que creemos que es más importante o Principal.
6. Aquí llegan los primeros rayos de luz divina, estamos en la esfera del Sol (Tifareth = belleza) y los ángeles que necesitamos son las Potestades. Las Potestades son potencias, sirven a las virtudes luchando contra las malas influencias que se oponen al proyecto providencial de las virtudes. En hebreo estos poderes también se llamaban Elohim.
5. Cuando el arma se forja en la lucha se convierte en un verdadero guerrero (Geburah = la Fuerza), estamos bajo la influencia de Marte la vibración más guerrera planetaria. Los ángeles son justamente las Virtudes ya forjadas.
4. El alma en este punto se vuelve dueña de sí misma, se ablanda, luego se vuelve comprensiva y benévola (Chesed = misericordia), surgen los ángeles llamados Dominaciones que son las autoridades que comandan las fuerzas inferiores, en nosotros son las convicciones profundas, las certezas. Por eso la influencia es la mayor de Júpiter, atracción que emanan todas las grandes almas.
3. Aquí llega el alma a los Tronos (Binah = conocimiento) que son la capacidad de conocer el bien y el mal, no es juzgar sino saber lo que siempre se debe hacer, es la capacidad de discernir en profundidad. Saturno era en el esoterismo el planeta más alejado del sol, por lo que el límite del bien donde se encuentra el mal, Satán (el símbolo alquímico es la hoz o los cuernos), es el conocimiento del tiempo (Era Cronos para los griegos, el tiempo que devoraba a sus hijos), por eso los sabios hablan poco y son tienen un aurea que lo protege o aleja (anillos de Saturno)
2. Hemos llegado a Chrokmah (sabiduría) y encontramos que el “Querubín” significa “plenitud de sabiduría”. El conocimiento ve con la mente, la sabiduría con el corazón, esta esfera está más allá de la materia, las intuiciones son abstractas, de hecho en el Tarot aparece el misterio del Loco, porque la visión es cercana a la de Dios (lo iluminados son un poco locos). Aquì no se ven otros planetas, aquí entramos en la esfera inclusiva del zodíaco entero.
1. Los serafines, el coro supremo, comprenden a Dios con la mayor claridad, y por eso su amor es el más ardiente ("Seraph" significa "el que arde"). Lucifer ("Portador de la Luz") fue uno de ellos. Aquí estamos en la plenitud de la luz (Keter = la Corona).


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